De polvos y palabras mágicas.

Pues sí. Me reafirmo en mi condición maricona. Mari soy, desde luego, como tantas de mi generación. Me compro flores para mi gusto personal, por el simple placer de mirarlas cuando quiero. Elijo una iluminación ambiental, por el placer de verme envuelta en ella. De los vinos, los mejores, a fuerza de no tener cerca otras cataduras. Asomarme por la ventana y vagar con la mirada, a la caza de un poco de brisa despistada. Música que me electrifique la piel.
Devolver a las palabras su autonomía genuina, esencial y explícita. Deseo, ternura, pasión, locura, arrebato, impulso, desmedida, caricia.....dónde cóño están. Parece que todas se han escondido en futuras inversiones, bajo la premisa de : quédate mientras dure la hipoteca....que es el nombre de la eternidad según lo contemporáneo.
El encanto del momento, de lo compartido que da alegría de vivir. Ese secreto que una se guarda, y que hace sonreir cuando nos sorprende desprevenidas en ese.... recrearse.
Devuelvo a las palabras sus matices...mientras las paladeo despacio. Un poco de magia y unos polvos ilusionistas, a falta de otros.
Me da pereza intentar seducir, mientras el objetivo de mi deseo calibra mi solvencia. Que no mi resolución.
Lástima, ambas nos perderemos el viaje. La vuelta a tu epidermis en 80 horas.
Y las risas.